Qué hacemos y para qué lo hacemos es una pregunta con la que nos encontramos frecuentemente quienes trabajamos con personas con deterioro cognitivo.
Más aún, cuando se aborda desde la musicoterapia, hay todo un imaginario que se pone en juego: “pero mi papá no sabe cantar”, “mirá que en casa nunca hubo instrumentos” o “es que no se va a acordar de las letras de las canciones” sin olvidarnos de “pero no es que eso para chicos”.
En los talleres, la música es un medio, es un modo de expresión y por ello música engloba todo el entorno sonoro de la persona, no solo aquello identificable como una canción. El abordaje de las demencias se realiza desde una perspectiva de estimulación cognitiva, en donde las experiencias propuestas en el taller parten de aquello que los concurrentes traen consigo de todo su recorrido vital, no solo de aquellas cosas que todavía pueden. Compartimos con las demás disciplinas que trabajan desde esta perspectiva, los objetivos de estimular las distintas funciones cognitivas de manera adaptada a cada grupo, promover la sociabilización, propiciar un espacio para la expresión emocional y para así aportar a una mejor calidad de vida e ir acompañando los cambios que se van presentando por la propia enfermedad.
Lo sonoro es, entonces, un modo de expresión y comunicación presente incluso cuando las palabras faltan. Es nuestro medio y las producciones sonoras de los participantes están exentas de juicios de valor en términos estéticos. Las voces y los instrumentos, están siempre afinados y a ritmo en tanto son el testimonio de cada uno de ellos en toda su complejidad como personas. El abordaje grupal permite también generar una identidad grupal que parte del intercambio entre cada uno, pero que la excede. Una voz propia, una grupal y un ida y vuelta entre ambas, para afirmar que a pesar de los cambios, aún estamos acá con todo lo que fuimos, con todo lo que somos, con todo lo que se transforma.
Lic. Daniela Martegani, Musicoterapeuta.
